28
Feb
2019
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Varios momentos de la conmemoración de la Independencia Dominicana. Fotos: MIGUEL GÓMEZ
La colonia dominicana en Cádiz celebra los 175 años de su independencia
Historia, sentidas palabras, gastronomía, música y baile fueron los ingredientes de la conmemoración en la Casa de Iberoamérica del 175 aniversario de la Independencia de la República Dominicana que tuvo lugar ayer, miércoles. El acto dio comienzo por la mañana, con una ofrenda floral ante el busto de Juan Pablo Duarte, uno de los padres de la patria, en la Alameda Apodaca, y continuó por la tarde en el edificio de la Cárcel Real. La actividad contó con la presencia del cónsul del país en Sevilla, Juan Borg, y el teniente de alcalde y presidente de Cádiz 2012, David Navarro.
Navarro pidió a los presentes que consideren la Casa de Iberoamérica como una "pequeña embajada y parte de su casa" y agradeció a los presentes "por enriquecernos con su cultura". Al mismo tiempo animó a los presentes, tanto dominicanos, como del resto de Latinoamérica, a reunirse en el edificio de la Cárcel Real para celebrar sus días señalados.
Por su parte, el cónsul Juan Borg destacó la unión que existe en la comunidad dominicana en Cádiz que a su modo de ver es un ejemplo para otros grupos en distintos puntos de Andalucía.
El acto arrancó con las notas de himno nacional dominicano, aunque no fueron estas las únicas notas musicales. El cantante Eloy Sanamé interpretó dos merengues: Dominicano soy y La Dueña del Swing, así como la bachata Santo Domingo.
Para hablar en nombre de toda la colonia subió al escenario Maricela Poueriet, quien lleva ocho años residiendo en España, cinco de ellos en El Puerto de Santa María. "El dominicano es muy sentimental: echamos de menos el arroz de mamá, ese aguacatico comprado en un semáforo en la Lincoln con 27, el mangú de la cena y el plato de sancocho calentito cuando llueve. Añoramos las playas con sombra de mata, el olor a vegetación de los campos, el ruido de un abanico prendido, el relajo, el cañonazo de fin de año, CIMA Sabor Navideño y, si la nostalgia aprieta, hasta el tráfico caótico de nuestra capital", subrayó Poueriet.
Se refirió también a la emigración que han protagonizado muchos de sus compatriotas, hacia Estados Unidos y Europa. "Fueron las mujeres las que comenzaron a hacer las maletas para venir a Europa a trabajar duro. Lograron mucho. En algunos casos, construirse allá una casita o traer aquí a su familia e iniciar una nueva vida. Seguro que sufrieron momentos de soledad, pero se hicieron más fuertes y más bravas", destacó.
Cádiz, puntualizó, es lo más parecido al Caribe que hay en Europa. "La gente es cálida, se abraza como nosotros, se ríe, canta y baila... Parecería que un cordón umbilical une esta casi isla de Cádiz con nuestra Isla de La Española".
Además de para la nostalgia, hubo momentos para reflexionar con la historia. Los hijos de dominicanos y dominicanas y españoles o los que siendo de allí han sido criados en España, fueron los encargados de explicar brevemente a los presentes la historia del país, sobre todo de los acontecimientos que desencadenaron la independencia en 1844.
El acto estuvo conducido por José Reyes y finalizó con un merengue con el que se animó al público asistente a bailar. Al terminar, hubo tiempo para compartir con platos de la gastronomía dominicana y un bizcocho con la bandera confeccionado para la ocasión.
Por su parte, el cónsul Juan Borg destacó la unión que existe en la comunidad dominicana en Cádiz que a su modo de ver es un ejemplo para otros grupos en distintos puntos de Andalucía.
El acto arrancó con las notas de himno nacional dominicano, aunque no fueron estas las únicas notas musicales. El cantante Eloy Sanamé interpretó dos merengues: Dominicano soy y La Dueña del Swing, así como la bachata Santo Domingo.
Para hablar en nombre de toda la colonia subió al escenario Maricela Poueriet, quien lleva ocho años residiendo en España, cinco de ellos en El Puerto de Santa María. "El dominicano es muy sentimental: echamos de menos el arroz de mamá, ese aguacatico comprado en un semáforo en la Lincoln con 27, el mangú de la cena y el plato de sancocho calentito cuando llueve. Añoramos las playas con sombra de mata, el olor a vegetación de los campos, el ruido de un abanico prendido, el relajo, el cañonazo de fin de año, CIMA Sabor Navideño y, si la nostalgia aprieta, hasta el tráfico caótico de nuestra capital", subrayó Poueriet.
Se refirió también a la emigración que han protagonizado muchos de sus compatriotas, hacia Estados Unidos y Europa. "Fueron las mujeres las que comenzaron a hacer las maletas para venir a Europa a trabajar duro. Lograron mucho. En algunos casos, construirse allá una casita o traer aquí a su familia e iniciar una nueva vida. Seguro que sufrieron momentos de soledad, pero se hicieron más fuertes y más bravas", destacó.
Cádiz, puntualizó, es lo más parecido al Caribe que hay en Europa. "La gente es cálida, se abraza como nosotros, se ríe, canta y baila... Parecería que un cordón umbilical une esta casi isla de Cádiz con nuestra Isla de La Española".
Además de para la nostalgia, hubo momentos para reflexionar con la historia. Los hijos de dominicanos y dominicanas y españoles o los que siendo de allí han sido criados en España, fueron los encargados de explicar brevemente a los presentes la historia del país, sobre todo de los acontecimientos que desencadenaron la independencia en 1844.
El acto estuvo conducido por José Reyes y finalizó con un merengue con el que se animó al público asistente a bailar. Al terminar, hubo tiempo para compartir con platos de la gastronomía dominicana y un bizcocho con la bandera confeccionado para la ocasión.